Las diferencias entre estar fumado y estar borracho

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Las diferencias entre estar fumado y estar borracho

El cannabis y el alcohol son el tema de muchos debates. Estas sustancias se diferencian enormemente en muchos aspectos, incluyendo los efectos, la seguridad y su situación legal.

A menudo se comparan los estados de consciencia alterados producidos al estar fumado o al estar borracho, en cuanto a efectos fisiológicos y psicológicos, consecuencias a largo plazo, legalidad, y qué estado sienta mejor y por qué.

Es una asociación intrigante, sobre todo teniendo en cuenta que el cannabis es mucho más controvertido, debido a su situación legal en ciertas regiones del mundo, mientras que el alcohol cuenta con una mayor aceptación. Esta comparativa es el tema de muchos debates, en que los fumadores de cannabis afirman que esta posición jurídica es hipócrita y poco científica.

En general, ambas sustancias se usan con fines recreativos, lo que significa que la gente las consume para alterar su estado de conciencia, por diversos motivos. Tanto el alcohol como la marihuana están presentes con frecuencia en entornos sociales, como pequeños encuentros, fiestas y eventos. Pero aunque suelen consumirse en ambientes similares, sus efectos son extremadamente diferentes.

Exploremos los efectos tanto del alcohol como de la marihuana y veamos su comparación.

EFECTOS DEL ALCOHOL EN EL CEREBRO

El alcohol se consume en entornos sociales como lubricante social, una sustancia que la gente toma para desmelenarse y salir de su cascarón. Sin embargo, no se requiere mucho para cruzar la línea y pasar de tener un poco de soltura, a estar fuera de control y posiblemente sentir malestar.

El ingrediente activo de las bebidas alcohólicas es el alcohol etílico o etanol. Suele ser el más común, aunque existen otros tipos de alcohol. Cantidades de alcohol moderadas pueden tener cierto efecto estimulante, contribuyendo a que la gente aumente la confianza en sí misma y se sienta más a gusto.

Normalmente, estas sensaciones pueden percibirse tras solo un par de cervezas o una buena copa de vino. Tal cantidad de alcohol suele provocar sensaciones de calidez, sociabilidad y excitación. Esto se debe a que la sangre solo contiene bajos niveles de alcohol. A medida que estos niveles aumentan, los efectos se vuelven más sedantes.

De hecho, el alcohol es un depresor del sistema nervioso central, lo que significa que reduce la presión sanguínea, ralentiza la función cerebral y también dificulta la actividad del sistema nervioso. Estos efectos depresores derivan en las sensaciones que se experimentan tras beber una cantidad moderada de alcohol, lo que solemos llamar estar borracho. Generalmente, los consumidores sienten cambios en la percepción de la profundidad, emociones más intensas, entorpecimiento de los sentidos, reducción del dolor y posibles mareos.

CAMBIOS NEUROQUÍMICOS

Según cómo actúe el alcohol en el cerebro, puede producir dificultad para hablar o lentitud de movimiento. Esta sustancia interactúa con puntos receptores de neurotransmisores, llamados GABA y glutamato. El glutamato es el principal neurotransmisor excitador del cerebro, mientras que el GABA es el principal neurotransmisor inhibidor. El alcohol actúa como un agonista GABA indirecto.

Esto significa que el alcohol imita los efectos del GABA en el cerebro, a la vez que inhibe la liberación de glutamato. Es fácil entender por qué el alcohol produce un efecto tan depresor en el cerebro. Esta situación neuroquímica deriva en una ligera excitación y reduce el tiempo de reacción, un factor que puede provocar accidentes de tráfico; solo en EE.UU., conducir bajo los efectos del alcohol mata a unas 29 personas al día.

El GABA y el glutamato no son los únicos neuroquímicos afectados por el alcohol. Esta sustancia también aumenta los niveles de dopamina, un químico que nos hace sentir placer, relacionado con los sistemas de recompensa del cerebro. La dopamina es la responsable de que disfrutemos de las pequeñas cantidades de alcohol, así como de fomentar un comportamiento y sensaciones más sociables. Sin embargo, la activación del sistema de recompensa podría ser la causa de que algunas personas se vuelvan adictas y dependientes.

Irónicamente, este aspecto de “sentirse bien” que produce el alcohol podría ser la causa del comportamiento violento que se da a menudo bajo sus efectos. Cuando estamos sobrios, si nos encontramos ante una situación potencialmente peligrosa o amenazadora, solemos sentir ansiedad y esto nos ayuda a evitar el peligro. En cambio, cuando estamos ebrios, este pensamiento racional queda distorsionado, provocando que veamos las situaciones de forma diferente a la realidad, lo cual podría ponernos en peligro. Los códigos sociales, como el lenguaje corporal, gestos o expresiones, también pueden malinterpretarse, lo que podría causar que la gente se altere o se vuelva agresiva.

DOSIS ELEVADAS Y TOXICIDAD

Las ingestas elevadas de alcohol producen algunos de los efectos más conocidos de esta sustancia. Cuando una persona bebe demasiado, puede perder el sentido, vomitar, tener dificultad para respirar o desmayarse. Las cantidades excesivas de alcohol pueden provocar una intoxicación etílica, que puede derivar en vómitos, convulsiones, respiración irregular, hipotermia o incluso un coma etílico.

A pesar de su toxicidad, puede resultar sorprendente saber que el alcohol es una de las sustancias tóxicas más accesibles, debido a su legalidad. Un artículo científico publicado en la revista “Scientific Reports” afirma que el alcohol es la droga que conlleva más riesgos, incluso en comparación con la heroína. En cambio, según este artículo, la marihuana es la droga más segura.

LOS EFECTOS DEL CANNABIS EN EL CEREBRO

Los efectos psicoactivos de la marihuana se catalizan gracias al cannabinoide THC. Sin embargo, en la planta del cannabis se han detectado más de 100 cannabinoides, y muchos de sus efectos aún son desconocidos. La presencia de terpenos (compuestos aromáticos) en la marihuana también podría influenciar el colocón de una manera u otra, dependiendo del tipo y las cantidades consumidas junto con el THC. Para simplificar, en este artículo vamos a centrarnos puramente en los efectos psicoactivos del THC.

El THC produce sus efectos al unirse a unos receptores, que pertenecen a lo que conocemos como sistema endocannabinoide. El THC tiene una gran afinidad con el receptor CB1 de este sistema, y se acopla bien a él debido a que su estructura es similar a la de un endocannabinoide llamado anandamida. Los receptores CB1 se encuentran principalmente en el cerebro y en el sistema nervioso central.

Cuando las personas fuman marihuana, suelen sentirse relajadas, calmadas, creativas, inspiradas, hambrientas y somnolientas; y si consumen más de lo que pueden tolerar, podrían sentirse agobiadas e incluso asustadas. El cannabis se divide en dos subespecies principales: índica y sativa. Las variedades índicas son conocidas por producir una fumada más relajante, corporal y apalancadora. Por otro lado, las cepas sativas producen un colocón más energético, cerebral y creativo.

La marihuana puede clasificarse como estimulante o como depresora, en función de la cantidad y la variedad consumida. Los efectos de los depresores incluyen reducción de la presión sanguínea, disminución de la coordinación motora, relajación muscular, somnolencia y relajación. Los efectos estimulantes son todo lo contrario, y se definen por un estado de ánimo elevado y un aumento del ritmo cardíaco, y en algunos consumidores podrían provocar ansiedad.

EFECTOS SEGÚN LA DOSIS

Los efectos de fumar marihuana son similares a los de otras sustancias, en cuanto a que dependen enormemente de la dosis consumida. Una dosis pequeña suele ser bastante estimulante y únicamente produce efectos suaves, mientras que una dosis más grande es más sedante, y para algunas personas puede llegar a ser agobiante. La tolerancia de cada individuo varía en función de ciertos factores, como el peso corporal o el consumo previo.

Tras fumar una cantidad pequeña de marihuana (digamos que el “equivalente” a tomarse una copa de vino), el consumidor seguramente sentirá un pequeño subidón, relajación y posibles sensaciones de euforia; pero seguirá siendo capaz de funcionar con normalidad. De esta manera, muchos fumadores de cannabis deciden consumir cantidades pequeñas mientras trabajan en ciertas tareas o proyectos creativos.

Tras fumar una cantidad ligeramente mayor (que variará de una persona a otra), el consumidor empezará a sentir algunos de los efectos más sedantes. Seguirá siendo funcional, pero podría sentirse algo perezoso, o profundamente relajado. Aquí es donde suelen empezar las conversaciones profundas durante una sesión fumeta, acompañadas de carcajadas y atracones de comida.

Fumar cantidades aún mayores (digamos varios porros por persona), puede tener efectos casi psicodélicos. Los pensamientos pueden ser mucho más profundos de lo habitual, y pueden producirse palpitaciones del corazón y sequedad de boca. Llegado este punto, algunas personas pueden sentir ansiedad o pánico.

Si una persona fuma más de lo que puede tolerar, esto podría provocar vómitos, una apatía abrumadora o ataques de pánico.

Las diferencias entre estar fumado y estar borracho

EFECTOS COMUNES

Uno de los efectos asociados a la marihuana es su capacidad para provocar el deterioro de la memoria. El cannabis no destruye los recuerdos, pero podría evitar la formación de nuevos recuerdos a corto plazo. Esto podría deberse a la interacción del THC con los receptores cannabinoides del hipocampo.

Otro de los efectos más conocidos del THC es su capacidad para provocar un apetito descontrolado: el típico ataque de hambre, conocido como los “munchies”. Esto también se debe a la activación de los receptores cannabinoides del cerebro. Cuando el THC activa los receptores del hipotálamo, se liberan unas hormonas estimulantes del apetito: la leptina y el neuropéptido Y.

La relajación profunda asociada a la marihuana podría estar relacionada con la capacidad de esta hierba para aliviar la sensación de ansiedad. Una amplia mayoría de fumadores afirman que, tras fumar cannabis, se reducen las sensaciones de ansiedad. El THC se une a los receptores CB1 en una zona del cerebro conocida como amígdala. La amígdala es una parte del sistema límbico que está relacionada con las emociones, el comportamiento emocional y la motivación. También se relaciona con la respuesta al miedo, y activa la respuesta de “lucha o huida” del cuerpo.

Otro efecto común derivado del consumo de marihuana es la reducción del dolor, un factor que resulta atrayente para muchos fumadores de uso medicinal. Tanto si fuman con fines lúdicos como terapéuticos, los fumadores pueden sentir un alivio temporal del dolor, sean conscientes de ello o no. Los receptores cannabinoides se encuentran abundantemente en el cerebro y el sistema nervioso, así como en las células nerviosas encargadas de transmitir las señales de dolor.

NEUROQUÍMICA DEL CANNABIS

Ahora ya conocemos algunos de los efectos comunes del cannabis, así como los efectos generales según la dosis, pero ¿cómo actúa realmente el THC para dejarnos colocados?

El THC funciona mediante la interconexión con el sistema endocannabinoide, y es capaz de esto gracias a su similitud molecular con el endocannabinoide anandamida. Al activar los receptores CB1 del sistema endocannabinoide, el THC produce un impacto en el sistema nervioso.

El cannabinoide altera la función del hipocampo y la corteza orbitofrontal, que son regiones del cerebro responsables de la concentración y de la formación de nuevos recuerdos. El THC también tiene un impacto sobre el cerebelo y los ganglios basales, unas zonas que regulan el equilibro y la coordinación.

El THC también afecta al sistema de recompensa del cerebro. Aquí, estimula a las neuronas para que liberen dopamina, el químico del placer, lo que contribuye a parte de la euforia sentida durante un colocón.

SEGURIDAD Y TOXICIDAD

Se sabe que el cannabis es una planta natural y extremadamente segura. Haciendo referencia al estudio mencionado anteriormente sobre toxicidad de drogas, la marihuana fue clasificada como la sustancia menos peligrosa y, según los datos, es 114 veces más segura que el alcohol.

Esta planta prácticamente no está relacionada con ninguna muerte, a pesar de que lleva consumiéndose durante miles de años en varias culturas. Una dosis letal de marihuana es algo imposible, ya que los receptores cannabinoides no están en las zonas del cerebro que controlan la respiración.

Parece ser que las únicas muertes asociadas con la marihuana son incidentes indirectos, en que la gente ha sufrido daños como resultado de estar extremadamente colocada.

En general, antes de consumir cualquier sustancia, cada persona debería informarse y asegurarse de que consumir la droga en cuestión es seguro. Quienes sufren problemas del corazón deberían informarse detenidamente. La marihuana aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón en las horas posteriores al consumo, debido a un aumento del ritmo cardíaco.

UNA ÚLTIMA PALABRA

Cada una de estas sustancias puede disfrutarse de forma segura y responsable, siempre y cuando se consuman en moderación. No obstante, al entrar en el debate sobre la seguridad, el impacto social y los efectos en general, la marihuana es claramente la ganadora.

En cuanto a la seguridad, está claro que el cannabis es mucho menos tóxico que el alcohol. El alcohol mata a gran cantidad de personas cada año, pero a pesar de ello está disponible en tiendas en prácticamente cada calle. Es mucho más probable que la gente se vuelva agresiva o se sienta físicamente enferma tras beber alcohol, que tras fumar marihuana.

Al observar los efectos producidos, realmente no hace falta entrar en temas de legalidad. Cuando llega la noche del viernes, por ejemplo, la gran cantidad de muertes, peleas y daños criminales relacionados con el alcohol supone un coste mucho mayor para los contribuyentes que el comportamiento de los fumetas, quienes probablemente estén relajándose en casa, disfrutando con sus amigos, comiendo, hablando, o incluso durmiendo.